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Senja y pesca del Skrei

Senja y pesca del Skrei

Skrei - el bacalao delicatessen

Cuando me llamaron, en nombre del Consejo de Productos del Mar de Noruega, para invitarme a viajar al Ártico a pasar una jornada en un barco de pescadores de Skrei, el bacalao más apreciado por los chefs de los restaurantes más exclusivos, sentí entusiasmo y preocupación a partes iguales. La posibilidad de vivir una experiencia única en un entorno incomparable estaba en un lado de la balanza. En el otro, el miedo al mareo del que me habían avisado era difícil escapar durante las muchas horas que iba a durar la travesía en un pesquero que con viento y olas no pararía de balancearse.

Disponible únicamente en invierno, el Skrei fresco se ha convertido en una de las exportaciones noruegas más codiciadas. Su particular fortaleza, adquirida en su largo viaje migratorio, junto a una sibarita dieta a base de mariscos y arenques, hace que la carne del Skrei sea más firme y jugosa, tenga menos grasa y una textura imposible de encontrar en otros bacalaos. Y llega a España, año tras año, por un tiempo limitado (la campaña de pesca dura solamente hasta abril), coincidiendo con la festividad de San Valentín. Por eso también se le llama “pez del amor”. Los mejores chefs adoran la excepcional calidad y esas lascas maravillosas que distinguen a este pescado.  

Decidida a salir de mi zona de confort, hice las maletas y viví, junto con un equipo de periodistas, una de las aventuras más extraordinarias que recordaré siempre.

Un día a bordo del barco de pesca Fortuna en el ártico noruego

Tras hacer el itinerario Castellón-Madrid-Oslo-Bardufoss-Senja, llegando al hotel a media noche y sin tiempo para dormir, a las 2.50 de la madrugada nos recogió un coche para llevarnos hasta Husøy, lugar de salida del barco Fortuna. A bordo, su capitán y una pescadora que formaba parte de la tripulación nos dieron la bienvenida. El resto de marineros-pescadores todavía dormían porque apenas hacía un par de horas que se habían acostado debido a que la jornada anterior se había extendido más de lo previsto. Según el plan del día, llegar hasta los bancos de bacalao nos iba a llevar unas tres horas, que ellos aprovechaban para recuperar el descanso. Nosotras (íbamos solo dos pasajeras con ellos), intentábamos hacernos a los vaivenes de la nave y al olor fuerte que había en su interior, muy habitual en este tipo de espacios. Mi compañera no superó los primeros 30 minutos.

El amanecer fue un espectáculo y dejó ver los fiordos nevados y un montón de gaviotas que iban siguiendo nuestro camino en busca de alimento.

Barco pesca skrei
Mar de Noruega
barco pesquero Noruega

Una vez llegamos al lugar de captura, los pescadores se organizaron para lanzar las cuerdas al mar, a las que se unía la red, y ésta permanecía en el agua alrededor de una hora. Transcurrido ese periodo la recogían y si todo iba bien, varias toneladas de bacalao comenzaban a emerger de la profundidad del mar celebradas por una multitud de gaviotas felices ante tal festín. Entonces, una especie de aspiradora descendía del barco, se enganchaba a la red y aspiraba todo el pescado. Capturado el Skrei, me invitaron a ver el acto final. Para ello, descendí por unas escaleras hasta el último piso de la embarcación, muy cerca de los camarotes. Allí había una sala con una cinta transportadora (a modo de las cintas donde se recogen las maletas en los aeropuertos) donde se iba colocando el pescado y al que, uno a uno, hacían un corte en la cabeza para desangrarlos. Me decían que no era tarea fácil, pues algunos se mueven como cocodrilos, y en cualquier caso, era una labor agotadora.

pesca bacalao Noruega
skrei Noruega

Esta misma función se repitió cuatro veces aquel día. Volvían a soltar la cuerda y la red, esperaban una hora, la recogían, entraba el Skrei y le hacían el cutting. En un par de ocasiones, después de soltar la red y esperar esos sesenta minutos, en el momento de la recogida se rompió la cuerda y tuvieron que arreglarla, lo que supuso hora y media de trabajo adicional “perdidos” en alta mar. Reconozco que a mi compañera (que no levantó cabeza por el mareo) y a mi (que ya llevaba 8 horas con tremendo balanceo y cruzaba los dedos para no sufrir también el temido seasick) casi se nos caían las lágrimas cada vez que nos dijeron que no había captura y que habría que intentarlo una vez más. Sin embargo, “it’s life”, fueron las palabras que me contestó el capitán cuando le pregunté cómo llevaban ellos este tipo de contratiempos. Toda una lección de resistencia a la frustración, orientación al logro y trabajo en equipo.

Volvió a oscurecer e hicimos el viaje de regreso (esta vez de 4 horas hasta el puerto). Durante la travesía de vuelta llegó la hora de cenar y me invitaron a su mesa, uno de ellos tenía el rol de chef y preparó pescado, obviamente.

Exploramos Senja y visitamos la factoría Karlsen

Llevaba más de 36 horas sin dormir y había pasado 16 de ellas en un barco de pesca en el norte de Noruega totalmente fuera de mi área de comodidad (que suele ser estar delante de un ordenador). Recuerdo llegar a mi habitación del hotel Hamn, que hasta el momento solo conocía con noche cerrada y todavía no había dormido en ella, y caer rendida. No encontré ni cortinas ni persianas así que a la mañana siguiente me despertaron los primeros rayos de luz. La emoción que sentí al ver lo que tenía ante mis ojos es difícil de describir. Me levanté y me puse a hacer fotos. Menudo chute de energía. A mi este paisaje nórdico en invierno me roba el corazón.

cabaña Noruega
Hamn

Después de un buen desayuno con todos los compañeros de prensa, y camino de la factoría Brødrene Karlsen Holding AS, hicimos algunas paradas estratégicas para disfrutar del paisaje. La isla de Senja es uno de los lugares más desconocidos de Noruega. Es un lugar forjado por montañas afiladas y estrechos fiordos, especialmente ideal para la práctica de senderismo. Desde luego llegar hasta allí desde España no es tarea fácil, pero eso es lo que lo convierte en un paraíso para desconectar del mundo.

Senja

La foto que abre esta entrada del blog es de Husøy, un pequeño islote que alberga la comunidad pesquera más activa de Senja y algunos cientos de habitantes permanentes. Hasta hace pocos años, la isla solo podía ser alcanzada en barco. Hoy, está ligada al continente por un rompe mar y un túnel. Y allí se encuentra la factoría Karlsen, que lleva desde 1932 suministrando pescado y marisco de alta calidad procedente del Mar de Noruega y que actualmente está liderada por una de las nietas de los fundadores.

Varias curiosidades llamaron mi atención de la factoría:

  • El skrei que pescamos el día anterior estará a la venta en España ¡en solo cinco días!

  • Para poder recibir la etiqueta de “skrei”, el bacalao tiene que pasar un exclusivo control de calidad a cargo de unos inspectores independientes.

  • Los niños son los encargados de cortar las lenguas al bacalao (lo que aquí serían las cocochas). Es una actividad que organiza el colegio y que además de permitirles empezar a conocer el negocio de la pesca, al que con toda seguridad se dedican sus padres, les ayuda a ganarse un dinero extra nada despreciable. Muchos mayores presumían de haberse comprado su primer barco o su primer coche con el dinero que ganaron cortando lenguas.

Recetas para cocinar el Skrei, a cargo de Cato Wara

Del bacalao se aprovecha todo, como del cerdo. Para cerrar esta aventura tuvimos al oportunidad de degustar un menú a base de este bacalao premium de la mano de dos chefs, Cato Wara, que regenta el restaurante Bon Lío, ubicado en Oslo, y Kenneth Pettersen. Todo un lujo para cerrar este increíble viaje.

Este fue el menú:

Cato Wara

Remedios para evitar el mareo en barco

El miedo a marearme y no poder disfrutar de la jornada a bordo del barco de pesca hizo que investigara por todo internet cuáles eran los remedios más eficaces para evitar ese mal de mar. Muchos de los compañeros que hicieron la travesía en otros barcos, así como la periodista que venía en el mío, sufrieron de nauseas, vómitos, sudoraciones y malestar general. En mi caso no pasé de cierta sensación de “mal cuerpo”, sobre todo conforme avanzaba la jornada y las horas se acumulaban, pero que no me impidió disfrutar de la aventura y grabar un montón de vídeos. Este fue mi botiquín médico:

  • Dimenhidrinato: En mi caso me vendieron en la farmacia Cinfamar, pero también sirve la clásica Biodramina. Tomé dos pastillas 1 hora antes de subir al barco, y fui sumando cada cierto tiempo siguiendo las indicaciones del prospecto.

  • Pulsera antimareo: Esta pulsera, fabricada con tejido de punto elástico y un pequeño dispositivo de presión se coloca en la muñeca y provoca un efecto similar a la acupuntura.

  • Chicles de jengibre: El jengibre ayuda a mejorar la circulación sanguínea, ayudando a prevenir la sensación de mareos, náuseas y vómitos. Tomé de vez en cuando un chicle a lo largo del día.

  • Aceite de jengibre: Siguiendo con el jengibre, este roll-on aplicado detrás de las orejas y en las muñecas me ayudó un montón cuando el olor del interior del barco (una mezcla de combustible, humanidad y pescado) se me empezaba a hacer incómodo y temía marearme.

  • Vitamina C: Llevé también pastillas de Vitamina C porque había leído que eran un buen remedio ante los primero síntomas de nauseas o mareos. Tuve la suerte de no tener que utilizarlas.

Islas Feroe

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